top of page

SEARCH BY TAGS: 

RECENT POSTS: 

FOLLOW ME:

  • Facebook Clean Grey
  • Twitter Clean Grey
  • Instagram Clean Grey

”La indumentaria es el barniz que todo realza” Honoré de Balzac

  • fashioncecc123
  • 3 nov 2014
  • 6 Min. de lectura

-Honoré de Balzac

La primera ocasión que conocí este enunciado lo percibí frívolo y superficial. Pasado el tiempo y tras estudiar la Historia del Vestido, profundizando en las razones por las que se comenzó a vestir el hombre, leyendo diferentes textos sobre Historia, Arte o Indumentaria, donde se describían acontecimientos relacionados con el vestido o las modas, ya no pude observarlo sin cuestionarme que tal vez Balzac pretendía trasmitir algo mucho más profundo y que pretendo mostrar al lector con algunos ejemplos.

En el siglo XVI el hombre hacía ostentación de sus atributos masculinos por medio de prominentes y postizas bragueta que colocaban entre las piernas, a la altura de los genitales, para hacerlos parecer más voluminosos. La finalidad era realzar la masculinidad exagerando aquello que la naturaleza los distingue de las mujeres. Además las prendas superiores del cuerpo se confeccionaban más cuadras de lo normal y rellenaban, con hombreras descomunales, para que el portador se viera más musculoso de hombros. Y completaban su atuendo con la costumbre de llevar las piernas cubiertas por medias, a las que los más flacos, rellenaban de lana para aparentar que las tenían fornidas. El resultado era imponente y cualquier hombre de la época, por poco que lo hubiera dotado la naturaleza, la ropa ayudaba a adquirir, con simple hilo y aguja, una apariencia fortachona acorde con el ideal de belleza masculina renacentista. Lo contrario se esperaba de la apariencia femenina en la misma época. La mujer debía salir a la calle velada; es decir con velo que le tapaba incluso el rostro. Solo podía mostrar un ojo para ver por donde pisaba. En el interior del hogar no mostraba ninguna parte de su cuerpo, excepto las manos y la cara. Para confundir aún más al observador llevaban aplastados los senos con tablillas, escondidas las piernas con faldas acampanadas que arrastraban y como zapato unas altas plataformas de hasta diez centímetros llamadas chapines. Lope de Vega logró expresarlo extraordinariamente en la voz de uno de sus personajes: Dígote que nuestros sentidos están en ayunas de lo que es mujer: si las abrazas, aprietas tablillas y abollas cartones, si las acuestas contigo, la mitad dejas debajo de la cama en los chapines. Porque la finalidad de tanto artificio, en la indumentaria femenina, era esconder su cuerpo de la mirada lasciva de los hombres y crear una apariencia artificial de modestia y humildad acorde con los ideales que la Contrarreforma Católica esperaba de la mujer y su apariencia. Vemos entonces que lo que la indumentaria realzaba en el siglo XVI eran valores morales como humildad o sumisión para la mujer, en contrapunto con apariencia frívola y vanidosa para el hombre.

La importancia de la indumentaria como seña de identidad tiene ejemplos inauditos y cuanto menos curiosos. Cuando María Antonieta fue comprometida con su futuro esposo Luis XVI de Francia. Su madre, la emperatriz María Teresa de Austria, no dudó, dotar a la joven con un ajuar compuesto de los más bellos vestidos, elaborados con materiales costosísimos, para presentar a su hija en Versalles. Partió la joven con varios carruajes que formaban su ajuar y en la frontera que forma el río Rin entre Alemania y Francia fue entregada la niña de 12 años a su futura familia política. El protocolo exigía desvestir a la pequeña de la magnífica indumentaria austriaca que llevaba, medias y ropa interior incluidas, para vestirla con prendas francesas. Era un acto de posesión simbólico. No podía conservar nada que perteneciera a una corte extranjera. Ni siquiera se le permitió llevar su mascota preferida. Todo fue entregado al séquito austríaco que la acompañó hasta aquél punto. La princesita era una posesión real y sus prendas el distintivo del nuevo dueño. Otro caso no menos llamativo fue el matrimonio de Felipe II de España con Ana de Austria dos siglos antes. Además de obligar a la princesa, en la frontera de España con Francia, a dejar sus vestidos austríacos llenos de colorido, para ponerse otros totalmente negros que exigía el protocolo español, tuvo que sufrir el rigor del las nuevas costumbres. En la ciudad de Guadalajara, por donde pasaba la comitiva real, con la futura reina de España, los comerciantes de la localidad quisieron obsequiarla con unas medias de seda, pero el mayordomo real se los lanzó a las cabezas, de tan generosos súbditos, diciéndoles: “Habéis de saber que las reinas de España no tienen piernas”. La joven recién llegada interpretó literalmente el comentario, por lo que se puso a llorar diciendo que se regresaba a su Viena natal, ya que en su nueva patria querían cortarle las piernas. La desdicha, de ser reina forastera, era la de no poder conservar sus recuerdos y prendas con la finalidad de incorporarse, rápida y totalmente a la nueva nacionalidad y sus costumbres. En estos contextos el vestido era la seña de identidad nacional más importante.

En cuanto a diseñadores contamos con infinidad de nombres que nos pueden ilustrar cómo ellos utilizan las prendas para cambiar las emociones de la sociedad o trasmitir su opinión sobre el momento histórico que viven. Uno de los más prestigiosos del siglo XX fue Cristian Dior por el gran cambio que realizó en la silueta femenina en la que la mujer representaba el papel de seductora princesita. Su atrevida propuesta suponía un regreso al ideal femenino del siglo XIX cuando la mujer atrapaba la mirada de sus admiradores acentuando sus atributos naturales. Para ello el diseñador regresó al uso del corsé con la finalidad de hacer que las cinturas se percibieran más pequeñas de lo natural y rellenó los senos, con conos, para que estos se vieran más abundantes y sensuales. Como complemento, ideó unos zapatos puntiagudos y de tacón afilado donde el pie se introducía no sin dificultad. Estas renovadas y atractivas cenicientas, el día de su encuentro con el príncipe, acaparaban la mirada de todos en las calles. Francia vivía del racionamiento de posguerra y los derroches en metros de tela que necesitaban aquellos nuevos vestidos, indignaban pues solo unas pocas privilegiadas se los podían permitir. Pero la finalidad de Dior era regresar el optimismo a una sociedad cansada de tanto uniforme militar y ayudarle a olvidar las penurias pasadas durante la guerra. Las nuevas princesas de cuento de hadas contoneándose al caminar, eran su particular modo de elevar la moral de la población. Y en medio de la polémica logró su objetivo: mujeres de todos los estratos sociales comenzaron a copiar sus siluetas y se las ingeniaban para que su presupuesto les permitiera adquirir una copia o elaborar ellas mismas un modelo; pues los hombres también escaseaban y para la competencia se requería de osadía en el atuendo. Su heredero, Yves Saint Laurent, también sensible a los nuevos ideales que se estaban produciendo en la sociedad, utilizó sus diseños para ofrecer un particular punto de vista. En sus pasarelas desfilaron los primeros trajes de saco y pantalón que usaron las mujeres, haciéndose eco de los nuevos comportamientos juveniles con los que las adolescentes buscaban la equidad de género. Aquellas mujeres que se presentaban en una cena de gala con un traje pantalón, de la afamada casa, hacían que los comensales se voltearan. El modisto logró, a través de su innovador diseño femenino, gritar más alto y contundente que los jóvenes en las manifestaciones, pues siendo una firma de primera línea en la Alta Costura, sus propuestas, si bien eran criticadas, no dejaban de ser seguidas por las jóvenes de la alta sociedad más conservadora. Nuevamente el enunciado de Balzac me habla de manera diferente renovando ideas y provocando emociones.

ysl1.jpg

-YSL

Creer que la indumentaria solo anda entre magnates, estrellas de cine, famosos roqueros y realezas fue cosa del pasado, hoy la veo madura, culta y científica. Portadora de información relevante para la Historia, narradora de increíbles anécdotas, artista de infinidad de piezas invaluables y dueña de las mejores posiciones en la vida, pues es la que primero nos informa acerca de la persona que la usa, ya que una vez cubiertas nuestras necesidades más primarias el ser humano busca cubrirse y lo hace por motivos tan increíbles como infinitos. Hemos evolucionado de ver el vestido como un adorno a encontrar en una prenda cantidad de información atractiva, interesante, lúdica en definitiva apasionante. Es posible que Balzac observara todas estas realidades de la indumentaria y nos lo transmitió de forma velada.

Articulo por: Isabel Minguez López

 
 
 

Comments


© 2023 by Closet Confidential. Proudly created with Wix.com

  • b-facebook
  • Twitter Round
  • Instagram Black Round
bottom of page